Las vacunas de la covid-19 demuestran lo rápido que se podría desarrollar una contra la malaria
Adrian Hill, University of Oxford
Las vacunas contra el coronavirus se han desarrollado y distribuido en tiempo récord, pero hay muy pocas dosis disponibles en países pobres. Es un duro recordatorio de que, en lo que se refiere a enfermedades infecciosas, los más pobres del mundo son a menudo abandonados.
Este es un problema que se extiende mucho más allá de la covid-19. En África, por ejemplo, la malaria ha causado seguramente cuatro veces más muertes que el coronavirus a lo largo del año pasado. Afortunadamente, nuestro nuevo estudio demuestra que una vacuna efectiva contra la malaria podría estar ahora más cerca que nunca.
Por primera vez, una vacuna ha mostrado alta eficacia en ensayos, al prevenir la enfermedad entre los que la han recibido un 77 % de las veces. Esto es un logro histórico. El objetivo de la OMS para las vacunas de la malaria está justo por encima del 75 %. Hasta ahora, ese nivel nunca se había alcanzado.
La velocidad y éxito en el desarrollo de las vacunas de la covid-19 muestran lo que es posible, y debería ser una inspiración para finalizar, autorizar y distribuir esta vacuna de la malaria. No solo es importante por la amenaza que supone la malaria, sino también porque invertir en vacunas puede ayudar a prepararnos para la próxima pandemia. El trabajo en esta vacuna también ayudó a acelerar el desarrollo de la vacuna de Oxford para la covid-19.
La Organización Mundial de la Salud ha estimado que hubo 229 millones de casos de malaria en 2019. Globalmente, la tasa de mortalidad anual de la malaria se mantiene por encima de los 400 000, sin mejoras en los últimos cinco años. Dos tercios de estas terribles pérdidas tienen lugar entre los niños africanos menores de cinco años.
Miles de millones de dólares se gastan cada año en mosquiteras, insecticidas y medicamentos antimaláricos solo para mantener la tasa de mortalidad como está. Se necesitan nuevas tecnologías, especialmente teniendo en cuenta que la OMS aspira a una reducción del 90 % de muertes para 2030.
No se ha autorizado aún el uso de ninguna vacuna contra la malaria, aunque la idea de controlarla mediante vacunación ha existido durante mucho tiempo. El primer informe científico fue en Argel en 1910. Los ensayos clínicos comenzaron en los años 40, se volvieron serios desde los 80 en adelante y, hoy en día, más de 140 candidatas a vacuna contra la malaria se han probado en humanos.
Pero ninguna ha progresado hasta el punto de ser aprobada y distribuida. La ciencia es complicada. El parásito de la malaria es complejo, con más de 5 000 genes, lo que significa que son muchas las características diferentes que los diseñadores de vacunas eligen como objetivo. SARS-CoV-2, el virus que causa la covid-19, tiene solo 12 genes y su proteína espícula era el objetivo obvio para los científicos.
Los parásitos de la malaria han evolucionado con los humanos y sus ancestros durante los últimos 30 millones de años, lo que no solo ha generado una multitud de cepas, sino que también ha tenido su impacto en nuestra propia evolución, con variantes de genes que reducen los efectos de la malaria transmitidas con el paso del tiempo. Aún peor, estos parásitos generan infecciones crónicas en millones, suprimiendo la respuesta inmune humana que se intenta producir con la vacuna.
Nuevo éxito con una nueva vacuna
Pero el progreso en el desarrollo de la vacuna de la malaria se está acelerando, como ilustra un nuevo informe de un grupo de investigadores de diferentes nacionalidades, entre los que me incluyo, publicado en The Lancet.
El equipo del profesor Halidou Tinto, situado en Uagadugú, Burkina Faso, estudió la R21, nueva vacuna contra la malaria, en 450 niños, la población clave para la que la vacuna se necesita con más urgencia. Han encontrado que es segura y tiene una eficacia sin precedentes en pacientes de entre 5 y 17 meses.
En este ensayo controlado, 105 de los 147 niños que recibieron un placebo contrajeron malaria. Pero de los 292 que recibieron una dosis de la vacuna, solo 81 contrajeron la enfermedad, lo que supera el objetivo de la OMS del 75 % de protección. Un ensayo de fase 3, para probar la seguridad y eficacia de la vacuna en un grupo mucho mayor de personas, comenzará en cuatro países africanos a finales de abril de 2021, con el objetivo de acelerar su aprobación si tiene éxito.
Científicos de cuatro continentes contribuyeron al diseño y las pruebas de esta prometedora vacuna. El diseño y el desarrollo temprano tuvieron lugar en el Instituto Jenner en la Universidad de Oxford, donde se habían realizado ensayos clínicos de vacunas contra la malaria desde 1999. Los ensayos en Oxford, Southampton y Londres, donde voluntarios eran infectados de malaria deliberadamente a través de picaduras de mosquito para probar la eficacia de la vacuna, destacaron el potencial de la vacuna R21. Uno de los componentes auxiliares necesarios para la vacuna es producido por Novavax, una compañía de biotecnología de Estados Unidos y Suecia.
La fabricación de la vacuna continúa en uno de los proveedores de vacunas más grandes del mundo, el Serum Institute de la India. Esta asociación contra la malaria ya estaba preparada el año pasado, cuando la covid-19 atacó, permitiéndonos reaccionar rápidamente para la fabricación de la vacuna del coronavirus de Oxford.
El método utilizado, un adenovirus de chimpancé llamado ChAdOx1, es una tecnología probada anteriormente contra la malaria. Tener ya en marcha esta colaboración, incluso antes de la implicación de AstraZeneca, ayudó a la compañía india a acelerar la fabricación de vacunas hasta el punto en que hoy se producen más allí que en cualquier otro lugar.
¿Podría podrían producirse tan rápidamente y a gran escala las vacunas de la malaria? Tal vez, pero hay riesgos. Otra vacuna candidata prometedora, de GlaxoSmithKline, llamada RTS,S, sufrió problemas de seguridad en su gran ensayo de fase 3 hace cinco años, lo que ha retrasado su aprobación mientras tienen lugar más evaluaciones a gran escala.
La financiación también será necesaria para la distribución de la vacuna de la malaria pero, con la capacidad de fabricación a gran escala y de bajo coste disponible en la India, debería ser factible una vacuna barata y muy accesible. Sin embargo, el hecho de que la covid-19 esté aumentando en varias zonas de África podría tener un posible impacto en los ensayos de fase 3 de las vacunas R21 que comenzarán pronto en Mali, Burkina Faso, Tanzania y Kenia.
Reino Unido ha sido durante mucho tiempo una potencia mundial en la investigación de la salud, y luchar contra la malaria es una línea emblemática. La financiación se ha visto gravemente afectada este año por la reducción en el presupuesto de ayuda exterior. Pero la covid-19 ha destacado la importancia de mantener la calidad en la investigación y desarrollo de vacunas, así como la viabilidad de avanzar más deprisa que nunca en la aprobación y el suministro de vacunas.
Una consecuencia a largo plazo de esta terrible pandemia podría ser agilizar el desarrollo de una vacuna contra la malaria, que proporcionaría un futuro más seguro para la infancia de algunos de los países más pobres del mundo.
Artículo traducido con la colaboración de Casa África. Traducción: Javier Barbero Alonso.