De profecías, predicciones y promesas
Julián Briz Escribano, Universidad Politécnica de Madrid (UPM); Isabel de Felipe Boente, Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y Teresa Briz, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
La humanidad, desde sus comienzos, se ha visto asediada con visiones futuristas de distinto tipo. Por un lado, tenemos las de inspiración divina o sobrenatural, que denominamos profecías y cuya aceptación es cuestión de fe. En religiones monoteístas como la cristiana, la judía y la musulmana, los profetas han tenido el máximo respeto y consideración entre la población, coexistiendo, no obstante, con los falsos profetas.
Otros protagonistas han tenido también su influencia, como el caso del boticario francés Michel Nostradamus que en 1555 publicó su libro Las profecías.
Todas las culturas han tenido sus agoreros. En la antigua Grecia, Zeus y otros dioses manifestaban los acontecimientos venideros en el monte Olimpo y eran consultados para acontecimientos varios, desde conflictos bélicos a cuestiones personales. El oráculo de Delfos, ubicado en el monte Parnaso, era un recinto consagrado al dios Apolo, donde se reunían las musas, dioses y ninfas.
A nivel más plebeyo y popular tenemos los que consultan los posos de café, la contextura de las manos o las entrañas de animales. Otro campo de análisis son los horóscopos, consultando la posición de los astros, los signos del zodíaco o las cartas, entre otros.
Predicciones basadas en datos científicos
Escenario diferente lo constituyen las predicciones que tratan de basarse en hechos reales y que, a través de observaciones, emiten resultados con más o menos fortuna. Suelen tener un cierto seguimiento a nivel global, incidiendo en medidas de tipo político o socioeconómico.
En el campo demográfico y de abastecimiento alimentario, son numerosos los trabajos que hacen previsiones, desde el nivel individual a instituciones como la FAO. Pionero en esta área fue el clérigo anglicano Thomas Robert Malthus, que desarrolló augurios bastante pesimistas: sugería que la población sería siempre superior a la disponibilidad de alimentos. Naturalmente, no tenía en cuenta la capacidad innovadora de la agricultura y la posibilidad de multiplicar sus producciones. No obstante, la problemática sigue pendiente.
El Club de Roma, creado por Aurelio Pecci en 1968, estudia los límites al crecimiento económico, reuniendo a científicos y políticos para analizar nuestro futuro de forma global.
La necesidad de ajustar las predicciones obliga a disponer de instrumentos y base informativa. Uno de los campos más desarrollados es la meteorología, donde el empleo de modelos matemáticos, con una buena base histórica, se complementa con la información obtenida vía terrestre y por satélite, lo que está incrementando notoriamente los resultados.
Otras veces se recurre a los expertos en la materia, como es el método Delphi que, de forma interactiva, recaba su opinión sobre la evolución de un tema determinado. Lanzado en EE.UU. en 1950 por la Rand Corporation, se utiliza predominantemente en aspectos técnicos y socioeconómicos y está orientado de forma cuantitativa.
El escenario actual de globalización y rapidez de la información acrecienta el impacto de la transmisión de noticias. El nuevo modelo de “aldea global” de McLuhan fomenta las comunicaciones y facilita el contraste de opiniones, pero también es la cuna de noticias falsas que originan ansiedad y percepciones sesgadas sobre productos, personas o grupos sociopolíticos. Recientes trabajos en España nos muestran la percepción equivocada que los simpatizantes de grupos políticos tienen de la oposición.
Áreas de especial sensibilidad
Aquí se incluyen aquellos escenarios donde las noticias pueden influir en el comportamiento de los receptores a corto y medio plazo. Hay campos, como la astronomía (eclipses, movimientos de astros) que pueden predecirse sin riesgo de manipulación humana, como es también el caso del cambio climático. Desarrollado a largo plazo de miles de años derivado de los movimientos de la Tierra, produce glaciaciones e interglaciaciones.
No obstante, a medio plazo, fruto de la acción humana, se origina el calentamiento global, hecho corregible. Frente a él, el nuevo paradigma de los Objetivos de Desarrollo Sostenible propugna metas como la reducción de emisiones de carbono, el control energético y el consumo responsable de recursos naturales.
Otro segmento de especial sensibilidad a las noticias son los mercados, con un periodo de respuesta a corto, medio y largo plazo. El corto plazo supone una respuesta inmediata, como suele hacer el consumidor de alimentos por escándalos alimentarios o variaciones de precios.
Los mercados de valores son también especialmente sensibles. El medio plazo incluye toma de posiciones en una amplia gama de sectores (agrarios, petroleros, financieros) en los denominados mercados de futuros. El largo plazo afecta a inversiones y planificación en infraestructuras, inmobiliarias y acciones sobre el cambio climático.
La sanidad es también de especial sensibilidad y se mezclan predicciones en base a investigaciones, con vaticinios, es decir, afirmaciones futuristas sin argumentos ni bases científicas, sino basadas en meras intuiciones. Pandemias, endemias y plagas entran en este escenario.
La vida política es un escenario hipersensible a las predicciones y vaticinios que se expresan en otros campos como la economía, salud, medio ambiente, racismo, seguridad personal y otros. Las manipulaciones en estos campos tienen efectos notorios en el comportamiento de los votantes.
Promesas y su cumplimiento
La mirada al futuro suele acompañarse de promesas y compensaciones en el bienestar humano.
En el aspecto religioso, una conducta ejemplar conlleva la gloria eterna. En el campo científico, los trabajos e inversiones en determinados campos pueden corregir problemas y mejorar la situación humana.
Así, en medicina los estudios sobre vacunas han puesto de manifiesto recientemente sus efectos sobre las pandemias.
En política, el abanico operativo es mucho más amplio, pues abarca todo el espectro humano. Son fáciles de hacer y los fracasos son mayores. Un conocido profesor entrado en política decía que las promesas están hechas para incumplirlas, satisfaciendo previamente a los olvidadizos votantes.
Resumiendo, hay una preocupación generalizada por las promesas y noticias falsas, lo que está llevando a proponer comisiones de vigilancia que puedan informar objetivamente o vetar su difusión. El problema radica en la selección de los componentes de dichas comisiones, que deben ser objetivos y neutrales.
En definitiva, como expresa el dicho popular, la felicidad se consigue con una buena salud y mala memoria.