Volcán de La Palma: ¿cómo han desembocado los terremotos en una erupción?
Eumenio Ancochea, Universidad Complutense de Madrid y María Milán García, Universidad Complutense de Madrid
Desde el domingo 19 de septiembre, una erupción volcánica en La Palma nos mantiene en vilo. Desde unos días antes, el 11 de septiembre, centenares de terremotos nos estaban indicando que había magma ascendiendo. Esta ascensión podía ser rápida o lenta, y podía o quedarse en el interior o salir a la superficie, como ha sucedido. En el caso de la última erupción volcánica submarina de El Hierro en 2011, se tardó mucho desde que hubo terremotos hasta la erupción. Por eso, había voces más tranquilas pensando que podría tardar semanas o meses, o incluso que no se produjese.
En 2017, 2018, 2019 y 2020 ya había habido terremotos similares, pero más profundos. Se han producido crisis sísmicas en la misma zona de La Palma, El Hierro o Tenerife que se quedaron en nada y que no llegan ni a ser noticia.
¿Qué ha cambiado esta vez?
Estos últimos días los terremotos eran cada vez más superficiales, el magma estaba ascendiendo y daba la sensación de que podía acabar en erupción. El magma en Canarias con frecuencia se mueve y origina terremotos. Depende de la cantidad de magma que haya y si ese magma encuentra un camino para llegar a la superficie porque, si no lo hace, acaba enfriándose en el interior.
¿Qué materiales expulsa el volcán?
Aunque todavía es pronto y no hay muestras recogidas, por la temperatura a la que sale la lava (1 075 grados), por el tipo de erupción y por las erupciones históricas que ha habido en Canarias, el magma parece ser una composición basáltica. Un magma basáltico puede salir de dos maneras: con y sin explosiones. En el primer caso, sale fragmentado en piroclastos, trocitos de todos los tamaños: ceniza si es menor de 2 mm, lapilli entre 2 y 64 mm y bomba volcánica mayor de 64 mm. El magma que sale a la superficie en forma más tranquila genera las coladas de lava. Pero en todos ellos el material es el mismo, y en este caso parece ser basalto.
¿Cuánto durará esta erupción?
No se tiene ni idea. Hay especulaciones según los metros cúbicos del magma que está ascendiendo. Como parecen ser menores que los del Teneguía en su día, parece que durará menos que este (25 días). Es posible, pero aunque sepamos el volumen de magma, no podemos controlar bien la velocidad a la que sale. La media de duración de las erupciones históricas de La Palma es de 53 días. La más breve fue la de 1971, 25 días; la de 1949 fue de 38 días, la de 1585 de 84 días y las de 1646 y 1677, 80 y 66 días respectivamente. Probablemente algunas semanas.
Los efectos sobre la fauna y la vegetación de la zona
Los animales son capaces de escapar por ellos mismos y, en cuanto a las plantas, la ventaja de la flora canaria autóctona es que a lo largo de millones de años se han adaptado a las erupciones volcánicas. Por ejemplo, el pino canario las aguanta y brota de nuevo. Las plantas que no aguantan erupciones ya se extinguieron. A nivel de destrucción forestal es mucho peor un incendio que esta erupción. Además, está habiendo suerte porque no hay viento.
Qué ha cambiado en vulcanología en los últimos 50 años
Ha cambiado todo. En 1971 no había ningún medio técnico para preverla. Ahora ha sido posible con los sismogramas o los satélites, entre otros, que por entonces no existían. La manera que había de aproximarse era que los paisanos de la isla notasen los terremotos.
Por aquel entonces, parte del profesorado de Ciencias Geológicas en la UCM llevó el seguimiento de la erupción del Teneguía en 1971, pero de forma artesanal y muy basada en la observación. Pudo preverse algo porque había una estación norteamericana para controlar si pasaban submarinos soviéticos y ellos avisaron unos días antes de los terremotos.
Otra diferencia es que tampoco había medios técnicos de seguimiento ni planes de emergencia, no existía ni Dirección General de Protección Civil y Emergencias. De un medio artesanal se ha pasado al último grito de la ciencia en este momento. También se notará en los daños, en 1971 algunas personas murieron asfixiadas por los gases al acercarse, ahora está más restringido el acceso.
Una versión de este artículo fue publicada originalmente por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Eumenio Ancochea, Catedrático de Petrología y Geoquímica y director del Departamento de Mineralogía y Petrología, Universidad Complutense de Madrid y María Milán García, Investigadora del proyecto “Comunicación Científica y Divulgación en la Transferencia del Conocimiento en la Universidad”, Universidad Complutense de Madrid