Lo que sabemos y lo que no de la vacuna de Janssen
María Milán García, Universidad Complutense de Madrid
El camino para conseguir la inmunidad de grupo frente a la COVID-19 no para de encontrarse piedras que esquivar. Tras la suspensión de la vacuna de AstraZeneca, nuestras esperanzas estaban puestas en la llegada, prevista para el 14 de abril en nuestro país, de la vacuna de Janssen (filial de Johnson & Johnson), que tan solo precisa de una dosis. Sin embargo, el día 13, la farmacéutica anunció retrasos en la llegada a Europa de su fórmula tras advertir seis casos de trombosis en los siete millones de vacunados en EE.UU.
Una semana después, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha dado luz verde a la vacuna, aunque reconoce el posible vínculo de casos “muy raros” de trombos. Salvador Iborra, inmunólogo de la Universidad Complutense de Madrid, analiza qué tiene de peculiar esta cuarta vacuna.
¿Cómo funciona la vacuna de Janssen?
Las cuatro vacunas aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) persiguen el mismo objetivo: que nuestro sistema inmunitario fabrique anticuerpos que reconozcan a la proteína S (spike) del SARS-CoV-2, al mismo tiempo que entrenan a linfocitos T para reconocer células infectadas. La diferencia está en cómo logra cada vacuna dicho objetivo.
La vacuna de Johnson & Johnson (Ad26.COV2.S.) se basa en un adenovirus humano, un virus inofensivo que se utiliza como vehículo y que porta la información genética de la proteína S del coronavirus en forma de ADN, y que es incapaz de replicarse. Aunque el adenovirus infecta nuestras células sin replicarse, la información que porta se traduce a un ARN mensajero similar al que portan las vacunas de Moderna o Pfizer.
La mayor estabilidad del ADN permite que esta vacuna pueda ser almacenada en una nevera (hasta 3 meses), mientras que las anteriores requieren un sistema de ultracongelación más costoso y no siempre disponible.
¿Por qué solo consta de una dosis?
Normalmente, son necesarias dos dosis de vacuna para obtener una respuesta inmunitaria óptima y una eficacia máxima. La segunda dosis suele disparar la respuesta algo más débil inducida por la primera dosis. Sin embargo, todo depende de la información derivada de los ensayos clínicos.
En el caso de la vacuna de Johnson & Johnson se ha probado con una sola dosis, en que se incluyeron 44,325 voluntarios (ENSEMBLE), y se está probando en otro con dos dosis (ENSEMBLE2). La inmunogenicidad en ambos casos ha sido muy buena, lo que permitiría predecir que la eficacia no va a variar en exceso tras una segunda dosis. Esto supone una gran ventaja, dados los problemas logísticos y de producción que a veces dificultan dar la segunda dosis.
¿Qué eficacia sabemos que tiene?
Si tenemos en consideración los casos de infección leves y moderados, la vacuna de Johnson & Johnson, al igual que la de AstraZeneca, parece tener una menor eficacia que las que están basadas en ARN. Además, varía dependiendo de la población vacunada (52% en Sudáfrica; 67% en la población europea).
Aunque probablemente se necesite más tiempo para tener datos sólidos al respecto, las cuatro vacunas parecen ser muy eficaces a la hora de prevenir casos graves. Incluso frente a las nuevas variantes británica, sudafricana o brasileña.
Pese a sus limitaciones, es muchísimo mejor recibir cualquiera de las cuatro vacunas aprobadas por la EMA que exponernos a una infección con el virus, ya que todas reducen de manera muy similar los riesgos de hospitalización o de que la enfermedad nos cause la muerte.
Por lo tanto, teniendo en cuenta los problemas logísticos asociados a las diferentes vacunas, deberíamos seguir las indicaciones de las autoridades sanitarias, y no postergar la vacunación pensando que es mejor esperar para poder recibir las vacunas “más eficaces”, o con menos efectos adversos, sobre todo si existe un alto riesgo de contagio.
¿Por qué ha sido destinada la primera tanda que llega a España al grupo entre 70 y 79?
Los ensayos clínicos de la vacuna de Johnson & Johnson incluyen participantes sanos mayores de 18 años, y un grupo (cohorte) de mayores de 65. Los resultados preliminares sobre su inmunogenicidad hacen suponer que la vacuna es igualmente eficaz en los diferentes grupos de edad. Por otro lado, las secuelas graves de la Covid-19 aumentan con la edad del enfermo.
En España, los mayores de 80 han sido el grupo prioritario con las dosis de Pfizer y Moderna (un 91,4% ha recibido al menos una dosis) y los menores de 65 eran el grupo diana con la vacuna de AstraZeneca. Por este motivo, se ha vacunado a un 22,3% de las personas de 60 a 69 años, mientras que sólo un 13,3% de la población de entre 70 y 79 años ha recibido al menos una dosis de alguna de las vacunas. Por ello se ha elegido este grupo de edad para la nueva vacuna.
¿Qué riesgos o efectos secundarios se han informado en sus ensayos clínicos?
La vacuna de Johnson & Johnson podría causar efectos secundarios un poco más molestos (fatiga, fiebre, dolor de cabeza, malestar, etc…) que sus competidoras, sobre todo en personas jóvenes con un sistema inmunitario más “robusto”.
Hay otro importante efecto adverso muy poco frecuente, y que ya nos resultará familiar, por haber sido también identificado en la vacunación con AstraZeneca. El 13 de abril, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. (FDA) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) anunciaron en Twitter que se iba a realizar “una pausa en el uso” de la vacuna de Johnson & Johnson, “como medida de extrema precaución”. Se habían detectado “6 casos de un tipo raro y severo de coágulo sanguíneo en EE.UU.” en los 6,8 millones de personas que han recibido la vacuna.
Esto significa que la incidencia de estos trastornos es tremendamente reducida, muchísimo más baja que la probabilidad de tener problemas de coagulación por la infección. Sin embargo, el fabricante decidió retrasar la vacunación en la UE de manera cautelar.
Se piensa que la menor eficacia y los efectos secundarios de la vacuna de Johnson & Johnson con respecto a las basadas en ARN mensajero (Pfizer y Moderna) pueden estar relacionados con haber sido o no infectados con un adenovirus antes de vacunarnos, lo que puede depender de nuestra edad.
Nuestro sistema inmunitario podría reconocer al adenovirus de la vacuna, reduciendo su inmunogenicidad y su eficacia, siendo esta su principal desventaja.
No obstante, no suele ser habitual que sepamos si hemos sufrido o no una infección previa con un adenovirus. Por lo que, por el momento, carecemos de un criterio objetivo para rechazar esta vacuna. Habrá que esperar a que se obtenga más información con respecto a los muy poco frecuentes casos adversos de coagulación, y se retome la vacunación, como ya ocurrió la primera vez que se paralizó la vacuna de AstraZeneca en nuestro país.
Una versión de entrevista realizada por la investigadora María Milán ha sido publicada originalmente por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).