COVID-19: Joven y con obesidad, un blanco fácil para la enfermedad severa
Nerys M Astbury, University of Oxford; Carmen Piernas, University of Oxford y Min Gao, University of Oxford
Desde el comienzo de la pandemia se ha venido observando que algunas personas infectadas por el coronavirus experimentan una enfermedad más grave, lo que aumenta sus posibilidades de ser hospitalizadas, ingresar en una unidad de cuidados intensivos (UCI) o morir. ¿Pero quiénes?
En principio, la edad es el mayor factor de riesgo para desarrollar COVID-19 grave o morir a causa de ella. A medida que envejecemos, un sistema inmunitario más débil y la existencia de patologías previas crónicas parecen influir en la forma en que nuestro organismo responde al virus. De hecho, más del 70% de las muertes atribuidas al COVID-19 en el Reino Unido corresponden a personas de 75 años o más.
Pero la raza, el sexo y la obesidad también han demostrado ser factores de riesgo de padecer COVID-19 grave. Y aunque no hay modo de cambiar nuestra edad, sexo o raza, con el sobrepeso sí tenemos cierto margen de actuación.
Cuando el primer ministro británico Boris Johnson hizo pública la gravedad de su propia infección por COVID-19 lo atribuyó a que tenía “mucho sobrepeso” en aquel momento.
Tenía sobre la mesa varias investigaciones que mostraban que muchas más personas con sobrepeso u obesidad ingresaban en una UCI y necesitaban ventilación mecánica, en comparación con las personas sin sobrepeso ni obesidad. Además de un estudio publicado en 2020 en Nature que mostraba que la obesidad aumentaba sustancialmente el riesgo de muerte por COVID-19.
La investigación utilizó como medida el índice de masa corporal (IMC), que se puede calcular dividiendo el peso (kg) entre la altura (cm) al cuadrado. Y llegó a la conclusión que los sujetos con el IMC más alto (más de 40) tenían un 92% más de riesgo de morir por COVID-19 en comparación con quienes podían presumir de un IMC saludable (18,5 hasta 25).
Confinamiento, sobrepeso y COVID-19
Claro que se trataba de casos extremos. La mayoría de las personas no tienen tanto sobrepeso. Es más, muchos de nosotros hemos estado inactivos durante los confinamientos y a lo sumo hemos ganado unos kilos de más.
La pregunta que surge de inmediato es: ¿podría este ligero exceso de peso aumentar también el riesgo de desarrollar COVID-19 grave?
Utilizando los registros sanitarios anónimos de casi 7 millones de personas de entre 20 y 99 años en Inglaterra, hemos analizado asociaciones entre el IMC y el riesgo de COVID-19 grave en todo el rango de peso corporal para intentar dar con la respuesta.
Los datos revelaron que, de las 6 910 695 personas que tenían su peso registrado, 13 503 fueron ingresadas en el hospital con COVID-19, 1 602 necesitaron tratamiento en una UCI y 5 479 murieron de COVID-19 durante la primera oleada de la pandemia en el Reino Unido (enero-mayo de 2020). La mayoría de estas personas tenían más de 60 años (el 72% de los ingresos hospitalarios, el 56% de los ingresos en la UCI y el 93% de las muertes).
En cuanto al peso, el riesgo más bajo se encontraba entre los que tenían un IMC de 23. Por encima de esa medida, el riesgo aumentaba linealmente, en torno a un 5% más de riesgo de ingreso hospitalario, un 10% más de riesgo de ingreso en UCI y un 4% de muerte por cada unidad de aumento en el IMC.
Nuestro análisis, además, tuvo en cuenta varios factores que podrían influir en el riesgo, como la edad, el sexo, la raza y las patologías previas, incluida la diabetes de tipo 2. Las personas con un IMC inferior a 23, que incluye a las personas con bajo peso (IMC inferior a 18,5), también mostraron un riesgo mayor de ingreso hospitalario y muerte relacionados con la COVID-19. Esto podría estar relacionado con la fragilidad asociada a un bajo peso corporal, lo cual es bastante común en personas de edad muy avanzada.
Los riesgos de ser joven y tener obesidad
Por otro lado, la asociación entre el exceso de peso y el riesgo de COVID-19 grave fue mucho mayor en los jóvenes de 20 a 39 años, fue disminuyendo en los grupos de edad mayores de 60 años y tuvo un efecto nulo en las personas mayores de 80 años.
En concreto, el aumento del riesgo de hospitalización por cada incremento en el IMC para las personas de 20 a 39 años fue del 9%; para las de 40 a 59 años, del 8%; para las de 60 a 79 años, del 4%; y del 1% para las de 80 a 99 años.
Sin embargo, los más jóvenes generalmente experimentaron una enfermedad por COVID-19 mucho menos grave y tuvieron muchas menos probabilidades de morir en comparación con las personas mayores. Aun así, una persona joven con un IMC de 30 tendría un riesgo muchísimo mayor de padecer COVID-19 grave que una persona de la misma edad pero con un peso saludable.
Por otro lado, el riesgo asociado a un mayor IMC también fue mayor para las personas de raza negra en comparación con las de raza blanca. El aumento del riesgo de hospitalización por unidad de IMC para las personas de raza negra fue del 7% en comparación con el 4% para las personas de raza blanca. Y el aumento del riesgo de muerte en la raza negra fue del 8% frente al 4% en la raza blanca. Las asociaciones con otros grupos de raza no fueron concluyentes.
Mil razones para perder peso
Aunque no pudimos comprobar si perder peso puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedad severa por COVID-19, sí que es posible que disminuya la probabilidad de desarrollar COVID-19 grave. Y ya de paso, perder peso también tiene muchos otros beneficios para la salud.
Sin embargo, dejar atrás los kilos sobrantes en muchos casos no es nada fácil. Por eso es necesaria una mayor inversión en programas efectivos que ayuden a la gente a conseguir un peso saludable. Una inversión rentable que ayudaría a reducir la gravedad de la COVID-19 y, en consecuencia, la carga sobre los sistemas sanitarios. Al mismo tiempo que haría descender el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes de tipo 2 y algunos tipos de cáncer que se asocian también con el exceso de peso.